Un tambor puede
nacer para invocar
a los espíritus y a
los dioses
que se alimentan con
ofrendas,
con el trigo del
amanecer y el maíz del mediodía,
con el café de la
tarde y el carbón de la noche.
Todo tambor es más
fuerte que el olvido
cuando retumba en lo
más vivo del tiempo;
será por eso que
resiste derrotas y fracasos.
Entre redoble y redoble
puede estar lleno de
preguntas
o vacío de ojos,
estrellas y silencios.
Hijo de la noche
primitiva,
tambor amigo de la muerte,
viene marchando
milenario
y se come las
palabras y los laureles
y se bebe el júbilo
y la historia
y con cada rataplán
un tambor es siempre nuevo.
La bicicleta es tu medicina y tu terapia.
Y al contrario de lo que dijeron los griegos, desconócete a ti mismo y sigue pedaleando.
AMELIA BIAGIONI CANTA CONSAGRACIÓN,
OLGA OROZCO HA VUELTO A SER COMIDA Y
DEVORADA
Primero en canoa por el Río
Sagrado de la Lengua
y luego, en caravana por el
esófago de América,
Olga te cantan y te llevan
bajo la protección de los astros.
La gran cuchara se acerca y
en la saliva del ahora,
envuelta en verduras a la
crema, has regresado a la mesa de este mundo.
Ahora que tu alma pesa menos
que una pluma,
alguien mastica tus palabras
y se cumple la profecía.
Ceros y números en una olla
te calculan,
una grieta en el plato te
espera. Es la hora de la comida,
es tiempo de guacamole, no de
masticar piedras.
El pan de tus ojos se abre en
párpados crocantes
y tu boca se cierra ante un
vuelo inesperado:
es el negro pájaro
misterio.
Atrás quedó tu cuerpo abatido
por los cubiertos de acero
y una vez más el árbol de tus
huesos
se levanta más fuerte que el
viento y los pantanos.
Mientras ordenan el
sacrificio de otros seres que deben
salir de este mundo
por el agua,
se ofrece una carbonada y un
poema patibulario.
Hay algo de Dios que no muere
debajo de las cenizas
lo que hace crepitar
versos nuevos en la posada,
palabras que arden atizadas
por el soplo de su propia pimienta.
Quemadas ya fueron las
calorías y los secretos. Bajan suaves
las palabras del cielo y
entre los tenedores está el alimento.
Mas no todo está diez puntos
en los valles de esta mesa,
no faltan los granos duros ni
las miserables migajas,
menos faltan con sus
ridículas partes crudas
los sumos sacerdotes de la
infamia, los que le han robado
a los ojos del fuego su
mirada interminable.
¿Cómo no va a ser desconocido
este menú salvaje si nosotros
somos los
comensales y somos el hambre?
Sí, nosotros somos los
huéspedes sin desayuno, sin almuerzo
y queremos comer. Pagaremos
con oscuridad y con sombra la sopa de este silencio.
No lejos de aquí, un maître
de hotel se pavonea
con todo el plumaje de su soledad.
También un sommelier que toma la forma de un
lagarto
sirve vino de la casa y desaparece.
Una bestia parecida al
desamor crece y gruñe, es el anfitrión,
el dueño del
comedero que nunca se muere.
Son otros los rugidos del odio, éste viene de un servidor
herido que
llama a su madre camarera.
Regresa el sumo comensal a su
guarida de olvidos
donde sueñahasta el fin del
mundo.
Olga, ya has sido comida y devorada,
recibe en esta cena la
sonrisa y el saludo del abismo.
Cacao y vainilla, papayas y
mandarinas perfuman la ceremonia.
Ha llegado el instante más
alto del ritual: los talismanes del postre
y la magnífica sabiduría del
chocolate
que ha pasado por la digestión de toda una historia.
Una inocente música hecha con
semillas te vuelve a dar lengua y paladar.
Ya puedes contemplar con el
Sol la marcha de los guerreros.
Ya puedes disfrutar con la Luna el desfile de las
antorchas.
EN EL BAR ALVARO
MUTIS
MUTIS POR EL FORO
Limpia un
vaso de whisky de todos sus malos pensamientos
y apártate
del whisky traidor.
Acércate
despacio a esa barca
que es una botella de ron Medellín añejo,
que es una botella de ron Medellín añejo,
embárcate
con ella.
En tu
tierra caliente no te olvides del hielo,
ni de regresar a tu infancia,
ni de regresar a tu infancia,
cuando te
escondías entre las cañas
y un diablo invisible te soplaba el cuerpo.
Después llegarían tus mujeres de mirada fija y paso lento,
como los pasos de Ilona,
y un diablo invisible te soplaba el cuerpo.
Después llegarían tus mujeres de mirada fija y paso lento,
como los pasos de Ilona,
la que
llega con la lluvia.
Indaga en
el murmullo tus empresas de ultramar,
tus
naufragios, tus quiebras, tus parientes,
tus ahogados,
tus derrotas, tus cobardías,
tus
escondidos penas y tus abiertas tribulaciones
Vuelve al
vaso
que
todavía es vaso,
y junta la
transpiración de tu patria
que se ha
hecho licor de café.
Únela con
toda la fuerza de tu mente.
Por
último, agrega ese breve ruego
del
Espíritu Santo del ron
para que
te libre de todos los males
y por los
siglos de los siglos en un tren.
UN PAR DE RUEGOS DOMÉSTICOS
EN EL CATECISMO DE ADÉLIA
PRADO
I
La
ambulancia, esa bestia audaz y blanca como Moby Dick, siempre se demora para que uno sufra y se
arrepienta.
Esta
tarde la ballena demora demasiado, otra que se ha hecho cómplice para estar en
mi contra.
Hasta
las más pequeñas cosas de la casa están atentas al estrépito de la peligrosa
sirena, ruido que vendrá jugando con el
tiempo para entretenerlo.
Hoy
sábado no es un buen día para escuchar frases hechas: “signos vitales” “los parámetros de pulso y presión”, “perdida
de conocimiento”, “terapia intensiva”, etc.
Antes
de que me digan algo más, asumo la culpa y me hago responsable, ya no tienen
sentido los eufemismos para nombrar a ese espacio donde manda la muerte o su antesala.
Sin
mirar la hora en ningún reloj, ya que hasta los relojes escuchan, me acerco y
le digo en voz baja: “Amor, tenemos que
hacer planes, nos espera el mar, el
remolino de las olas, la espuma…”
Prendo
un incienso, pongo a trabajar el sahumerio y empiezo con las promesas
imposibles: No miraré más televisión, amaré a mis vecinos, lavaré toda la ropa
a mano, regalaré todo lo que no uso a los pobres, no diré malas palabras…y las
digo.
Insulto
a los técnicos del conocimiento que aún no han llegado en su siniestro
carruaje, son los cirujanos que tendrán la última palabra acerca de la salud de
mi lavarropa que agoniza.
II
Ya
todo el mundo lo sabe, el mejor amigo del hombre es el perro; y su mejor amiga,
la bicicleta.
Tu
bicicleta sólo te pide amor y sólo se lo puedes dar si cuidas la salud del
mundo en que vives.
No
la busques y menos las busques perfecta, ella es la que te buscará y te
encontrará.
No
la llenes de horribles baratijas, tu amiga debe ir liviana como la fragancia de
la menta.
No la prestes, es tu
enamorada.Límpiala como de costumbre y jamás te abandonará para irse con otro.
Cántale,
de vez en cuando, cántale. El mejor regalo que le puedes hacer es un timbre.
Que duerma bajo
techo y ella sabrá como protegerte.
No le regales estrellas, regálale sólo una luz.
No le regales estrellas, regálale sólo una luz.
No
importa cual sea tu idioma, mas debes tener presente que ella funcionará mejor
si incluyes en tu lenguaje estos vocablos: Buenos días, por favor, muchas
gracias.
Respeta
sus días íntimos, nunca te olvides de que es mujer y madre.
No la dejes sola, es tímida; será por eso que todos los niños la quieren.
No la dejes sola, es tímida; será por eso que todos los niños la quieren.
Y al contrario de lo que dijeron los griegos, desconócete a ti mismo y sigue pedaleando.
DE JUAN RULFO NADIE HA
OLVIDADO
LAS FOTOGRAFÌAS DEL PATIO
DE ATRÁS
Construcciones
nativas y supersticiones españolas;
la
pared da la cara en un balcón
y
el suelo está gastado por el narcotráfico.
En el frente dos bancos inamovibles, atrevidos y sagrados.
El
portón central conduce al otro mundo.
Afuera
ha quedado el llano en llamas,
patio de atrás de América. Rejas negras callan las
ventanas,
alguien nos mira y no lo
vemos.
Nunca hubo tanto silencio. El
sol es despiadado.
Plantaciones
primitivas y plagas civilizadoras
sobre el árido terreno
plantado de maguey;
la
planta habla por sus espinas.
Verde,
sueño, tequila y una vida suculenta,
mañana
será cordel para amarrar la injusticia con la miseria.
El
ahora, con muchos brazos, los quiere ver dormidos,
para
que no sueñen el mundo que viene.
Hoy
florecen los murciélagos.
Montañas
de nubes en el cielo
el
agave se cultiva para los muertos.
Se
duerme lo verde, fermenta el sueño en una tinaja
y
el pulque será destilado por los ángeles del infierno.
Una
mujer curtida por la luz tiene su boca clausurada.
La tierra piensa, digiere la
vida, olvida el amor,
cree en el cielo y espera la
lluvia.Murallas
más viejas que las aves
rapaces viven de la carroña.
Ruinas y devastaciones
evangelizadoras,
Entre
los adobes de la pared ondulante un final se esconde.
Los
ladrillos dividen el espacio,
de
un lado queda el pasado, y del otro, el olvido.
Monumentos
de piedra más altos que la envidia escuchan lo que dice el tiempo.
Cactus
o cardones y Dios ausente.
El
humo, el patio y el basural.
La
esquina inamovible en su letrero,
la
calle del Correo Mayor, el gentío de siempre, una feria,
dos
mujeres arrodilladas y postergadas, venden chiles.
Una
escalera, ropa colgada en el aire caliente,
un
niño multiplicado en varios niños juega a la guerra,
a
la salida de una iglesia, hay más nilos y luego, otra iglesia.
Hacen
falta juguetes y sobra una cruz.
Los
instrumentos musicales de una banda,
las
canciones de una revolución,
un
sombrero grande y una guitarra enorme como la muerte.
A
la sombra de un álamo, generosas mesas con flores.
Los
preparativos de una gran boda local.
Es
el casamiento de una modelo con un futbolista.
El pueblo ha dejado de ser un
pueblo fantasma,
han vuelto los recuerdos, los
bailes, las pistolas y las balas.
Sentado en el suelo
un oscuro habitante inseguro
está cansado.
Tal vez ese hombre ya no se
acuerde que fue Pedro Páramo.
A David Rieff
CÓMO
IMPLORAR POR TRES POETAS BRASILEÑOS
Y OTROS
MÁS, CON UNA SOLA PLEGARIA
Habrá
que dejar que el día comience con los pájaros,
que los niños y los ancianos de las tribus de la selva digan su Oración
Amazónica, que los árboles escriban para la tierra, que los ríos lean
el cielo y que la jungla descifre las piedras y las manchas de las piedras como
siempre lo han hecho.
Habrá que caminar toda la
tarde, como lo hace la esperanza.
Habrá
que golpear puerta por puerta, con avidez de más puertas.
Habrá
que madrugar pueblo por pueblo, desayunar escuela por escuela, libro por libro,
lápiz por lápiz y campana por campana.
Habrá
que poner el corazón en la corteza de un árbol como los hacen los enamorados
cuando se quedan solos en el mundo.
Habrá
que vivir toda la vida, carta por carta, hoja por hoja, palabra por palabra,
letra por letras, hasta volver a escuchar que después de esta vida hay otra
vida, en una letra, en una palabra, en una hoja y en una carta.
Habrá
que rezar para que el día comience otra vez con otros amaneceres, con otros
pájaros, con otras alas y con otro aire.
Habrá
que repartir los sueños y habrá que subir la lluvia.
Habrá
que dejar que el amor se haga pan y que el agua, una vez a la semana, se
transforme en vino.
Habrá
que creer en el fuego y no en las cenizas.
Habrá que cantar toda la
noche hasta que se vuelva todo alondra.
LAS
MIRADAS COMESTIBLES DE GABRIELA MISTRAL
El
ahumado dolor del Pequeño ciervo
de Frida Khalo se parece al dolor grande
de Gabriela. Flechas, símbolos y fatalidades han herido por todos lados al
delicado animal, ciervo cara de pintora y en los ojos de Frida, el tiempo que nos mira.
El tiempo de la Mistral mueve y cocina Las Danzas del tiempo de Carlos Mérida. El lejano origen, grandes
manos, los colores más fuertes, oscuro telar de la huerta. Adentro viven los
que nacieron amerindios, los que fueron primeros comensales de esta tierra.
Y como quien pela cebollas, se le
nublaban los ojos con las elegías a nuestros indios de América, “mis
inditos”.Sus otros personajes caerían después como pétalos de canciones de
cuna, como frutas de almanaques que se hacen agua en la boca.
Madre, óleo de oliva de Carlos Montenegro, arquetipo de la madre de
poetas, la madre que en su vientre lleva a otra.
Jorge Arche Silva, paterno pintor
cubano le pinta el padre en aquel Autorretrato,
que hasta ayer circulaba en un sello postal,
estampilla paternal para enviar cada una de sus palomas mensajeras; cada
línea, cada curva, pudo ser el comienzo
de un ángel o de una carta; cada círculo, un plato servido.
Gourmet de la pintura hondureña, Pablo
Zelaya Sierra, con Dos muchachas, le
pinta sus hermanas, aquellas que no tuvo, pero que recibió de la tierra.
Cándido Bidó, además de pájaros domingueros, flores dominicanas y el
amarillo sol del domingo, le deja para su mesa o para su altar, El florero azul de la aldea.
En Costa Rica, Tomás Povedano le cocina
una Casa campesina, hecha de
tablas y de Gabrielas Mistrales que son ventanas, son nopales
fructificados en tunas, espinosas tunas que Lucila siendo niña iba a buscar bien temprano antes de que se
despertaran las espinas.
Figari le prepara y le cocina un Patio.
Para saborear la inmortalidad de la
poeta chilena, no ha de faltar el hijo
pródigo de los Incas que pinte a franjas el violeta y el naranja de su ropa
nueva. Enrique Polanco, guardará su ropa vieja en un Domingo en el parque y para
no quedarse corto, también le pintará la Sastrería.
Los pálidos cerros de su natal Valle
de Elqui ahora tienen el color Fiesta de
San Juan de Cándido Portinari, quien
le ofrece el sabor de la sombra: Café;
y detrás del cafetal están los ojos que leen en la borra la literatura del
cielo y de la tierra.
Arriba de la alacena, desde donde nos
habla el orégano, el ají molido y el comino, está Mamani Mamani, y su arte fragante pintado en las Llamas que tienen la lana virgen de la
historia.
Más abajo, cerca del comino, Ricardo
Yrarrázaval con su Figura en la calle,
está Gabriela que se ha encontrado.
La cocina es antigua y económica. Al
costado del carbón, sólo hay Hombres
trabajando; están en un puerto negro de humo. La Boca y los barcos donde
Benito Quinquela Martín pinta el movimiento y las cenizas del Riachuelo.
La gastronomía es la tierra y encima
de la línea del Ecuador, están Las Manos
de Oswaldo Guayasamín, manos que ya no quieren tocar la blanca sal con la cual
la vida prepara su salmuera. Pero esas manos saladas de Guayasamín no están
vacías, Las manos de la Ternura le han traído
a Gabriela una muñeca, es la Muñeca de Armando
Reverón.
Pensar que nuestros niños están
pintados, desde los más delgados como Juanito
Laguna, que alimentó Antonio Berni,
hasta los más gordos como Pedrito,
que con sus lápices dibuja, amasa y sigue amasando Botero.
Niños para Gabriela Mistral también
fueron los colores vegetales y después fueron hombres los niños-colores de
Siqueiros, de Orozco y de Rivera. Paradojas de tamaños descomunales, en la
tierra prometida, murales-comida para los
hambrientos ojos de nuestro pueblo.
ENVUELTA EN SIGLOS
DE ALGAS, MARISCOS Y CARACOLAS,
ALFONSINA STORNI ES UNA
PAELLA
Envuelta
en siglos de algas, mariscos y caracolas, Alfonsina Storni es una paella
cocinada en ceremonia para ser servida contra la injusticia y el desprecio de
los comensales de su tiempo.
No vienen del olvido las tres
cucharadas de aceite de oliva, sino que regresan de praderas y palabras,
homenaje a las pequeñas rosas de La inquietud del rosal.
Está la cebolla grande a punto de ser
desvestida y alguien tiene puesta la mascarilla; es un poeta. Es un cocinero
más, es un alma que en bajamar se vuelve lector de Mascarilla y trébol, y
luego, vuelve a su cuaderno de cocina y a su testamento.
Ya están cosechados los dientes de ajo
que fueron regados por un Mundo
de siete pozos. El pimiento
verde es todo puerto y ya es nave de
rebeldía. El pimiento rojo es bandera de mar peligroso.
Los calamares se atrevieron a las
dormidas aguas azules y filosas de témpanos humanos y traidores. Detrás del
cristal del catalejo, alguien dio la orden de echar las redes que luego arrastraron
y subieron a las barcas.
Los tomates que ya conocían a
capitanes y poetas, vieron por primera vez un ojo de buey a lado del ojo de un
salvavidas.
El vino blanco pudo cantar por última
vez a la luz de la luna y también, por última vez, organizó el motín de la
tripulación. Sublevado hasta el ayudante de cocina, el capitán enloquecido se
declaró El amo del mundo.
Los granos de arroz ya no fueron
débiles y decidieron poner su mirada rumbo a otros confines, hacia donde todavía
queda un resto de alucinación y paraíso.
El caldo de pescado nutrió toda la
arboladura del velero. Con proteínas y coraje, pudo sostener el velamen
del palo mayor, del trinquete y la
mesana.
Hebras de azafrán se agrandaron ante
los vientos de la muerte y le pusieron rostro fiero a la tempestad y a los remolinos de la envidia.
Mejillones ofrendaron sus vidas, pero
antes se vistieron de Ocre. De cada mejillón salió una
arenga póstuma y salina que se disolvió por los mares. Unas cuantas almejas no
volvieron a ver el sol ni los delfines.
Los camarones no tuvieron tiempo ni
para una melodía y quedaron atrapados en el espejo de una Languidez Era el mediodía en el cristal del firmamento
que reflejaba el mar que se había tomado todo el cielo del Señor.
Las vieiras y los berberechos se
despidieron de los remolcadores y de
los faros, pero sabedores de la inmortalidad del alma, no se dejaron intimidar
por los oscuros pronósticos de la tarde.
Los langostinos, que estaban enterados
de los gustos exquisitos del amor y de la muerte, también supieron El
dulce daño.El perejil, Irremediablemente,
fue mascarón de proa y supo abrir, mejor que muchos otros, el aire del mar. El ají molido,
viajero de las alturas, a fuerza de
alcatraces y gaviotas, se hizo música de océano. La sal fue la única que
preguntó por el ancla. Las velas le respondieron con la voz del viento, que es
también El Dios de los pájaros.
El limón sólo guardó silencio. Las
estrellas del mar y las estrellas del cielo, con limón y silencio, dijeron Poemas de amor.
AMADO NERVO: ¿EN PAZ?
¿VIDA,
NADA ME DEBES? ¿VIDA, ESTAMOS EN PAZ?
Amado
Nervo, da vuelta la página. En los mendrugos de un oscuro cielo estrellado está
la basura del ocaso, los pobres arcángeles de la tristeza nos quemamos en el
horno y estamos desnutridos. ¿Cómo pedirle a la celestial caridad que deje de
repartir los dones de la miseria? Los que manejan los números y las esperanzas
hablan de una distribución de limosnas y tristezas; otros, en estado de soplo,
inflan los milagros de la globalización.
No hay nada que bendecir, ni el globo ni el alfiler, ahora que se ha globalizado todo, menos el Humanismo.
Ahora que tenemos trabajos injustos, leyes fallidas e inmerecidas penas, todos
somos anónimos y sin caras ni rostros, luchamos en el Vía Crucis de los caminos. Tenemos represión, palos, golpes, balas, míseros hospitales, cárceles inmundas y
cementerios bien cuidados.
Iluminados por la beatitud de las
enfermedades, ¿podemos extraer miel de todas estas cosas? ¿Plantar rosales para
cosechar rosas? Rosas para quién, si
primero está la salud que no tenemos. ¿Lozanías sin escuelas y sin
educación? ¿Inviernos sin justicia, sin
techo, sin pan, sin abrigo? Es verdad, hubo un mayo francés. Por ahora, no
hablemos de otro mayo o de mayos eternos. Si alguien duda, que lea los diarios.
Nos debemos alimentos espirituales, materiales y remedios. Sobrevivimos y nos
debemos todo.Perdón Amado Nervo, pero es el hambre, es la guerra, es el miedo.
CON UNA OLLA COMO TAMBOR
Ceremonia de invocación de Octavio Paz en un lugar de Mixcóac
Tutu tu TUM,
tutu tu TUM, tutu tu
TUM…
Los
redobles de olla entran en el viento que hace flamear al sarape que lleva
dibujado un libro.
No es un libro cualquiera, está teñido
con sangre.
La olla, tapizada de golpes, está
golpeada por un fémur.
El humo de las antorchas se confunde
con la niebla y sólo es real el viento que cada tanto pasa y se lleva el humo y
la niebla.
Vacío de puertas y tan viejo como las
piedras, el aposento está lleno de miradas y de símbolos. Una mano levanta el
vaso de pulque y se nombran animales y semillas, el árbol del murmullo va
creciendo hasta que el borde de la olla lo detiene. El maestro del ritual
pronuncia los días de un manuscrito, días que repite en lengua náhuatl. Una
garza y un águila vuelan escribiendo
signos en el aire (“En la región más
transparente del aire”).
De una caña sale música, alguien reta a unos monos que se han asustado con la presencia de un jaguar. Vuelve la calma y el maestro prosigue nombrado a las estrellas que brillan como las hojas de sílice. Los dioses de la fertilidad también son llamados y las manos levantan unas plumas de quetzal que cortan el aire con delicadas ausencias.
De una caña sale música, alguien reta a unos monos que se han asustado con la presencia de un jaguar. Vuelve la calma y el maestro prosigue nombrado a las estrellas que brillan como las hojas de sílice. Los dioses de la fertilidad también son llamados y las manos levantan unas plumas de quetzal que cortan el aire con delicadas ausencias.
Tutu tu TUM,
tutu tu TUM, tutu tu
TUM…
Ha llegado una mujer que trae en su
hombro desnudo una salamandra que luego se esconde. Se pide por la tierra y
por la lluvia. Al lado de un cántaro
roto se despierta un cántaro nuevo.Sólo falta dar el último paso para llegar
hasta el misterio. La concurrencia lentamente susurra el nombre del poeta: Oc ta
vio Paz… Oc
ta vio Paz…
Oc ta vio
Paz…
Como si fueran pájaros desconocidos,
las llamas de la antorchas quieren volar con el viento. La respiración de la
jornada ha invocado su nombre y el alma del poeta se hace presente. Joven y
luminosa, aparece la luna y entra. En ese resplandor las voces agradecen las
palabras, las monedas, los saludos y con cada gesto del ritual, al azar se abre
uno de los libros de Octavio Paz.
El anciano maestro cubre su cabeza con
el sarape y lee. La concurrencia que ha lucido en sus vestidos joyas de
turquesas, prepara sus paladares para el guacamole, tacos y margaritas. Se
retiran las ollas y los cántaros, sólo quedan los ojos, las antorchas y las
manos del viento.
La ceremonia de la luz ha triunfado
sobre los maleficios de la sombra gracias al fuego de la noche. Una vez más la
muerte ha sido digerida.
JOSÉ MARTÍ, UN CAFÉ LITERARIO
DONDE SE
TOMA EL CAFÉ
DEL EXILIO
Entonces
tomarás el café del exilio, te servirán
un café lleno de palabras, pero sin nada de patria.
Este café no viene solo, te lo
servirán con algunas confituras alternativas: vivir y luchar o dejar de vivir y
de luchar, disyuntiva que te hará pensar, mientras el café se abre y se enfría.
Junto al café te servirán un pequeño vaso con el agua fresca de la frontera, la
que calma tu destierro.
Así también te ofrecerán café con la
crema de la crema para disimular todos los errores pasados. Quedan a tu
disposición los miserables equipajes donde llevas consigo tu pueblo, tu ciudad,
tu país y toda tu vida.
El tibio café del exilio con sabor a
miedo y soledad está cargado de sombras, persecuciones y melancolías que se
hunden agarradas de los garfios de las embestidas y los zarpazos.
Puedes agregarle la piel de un limón o
de una naranja, el ron que quieras, pero no te preguntes:
–Por
qué te sacaron la montaña con el ciervo herido si tu formabas parte de la
montaña.
–Por
qué te alejaron del mar si lo más importante de tu respiración estaba al lado
del mar.
En cada lugar tendrán un licor
distinto para emborrachar el café de tu cuerpo y de tu alma, manos expertas en
el engaño intentarán con mil recetas que caigas en la trampa del olvido.
¿Qué refugiado no almorzó sólo un café
con leche y a la noche cenó sólo pan y otro café con leche?
Hay quienes recolectan cualquier tipo
semilla y la someten a un proceso de
tostado y luego, la muelen para servir la falsedad de este mundo en un pocillo
de cafetería.
Algo similar al falso café, suele
pasar con la literatura y con muchas otras cosas que nos da la vida.
Café con filosofía, lo que te quema
del destierro; café con nostalgia, lo que te liquida del exilio, así te lo
sirvan en bandeja, en tazas de porcelana de Sèvres y con cucharita de plata.
El verdadero café te habla en tu casa
o en el bar o en el café cerca de tu casa. Es el que te extraña cuando te
ausentas y en tu memoria su aroma va contigo. Café sin preguntas, por más que
no te hayas despedido. Desde tu casa, el café seguirá en tu corazón
desmantelado, se quedará sufriendo tu
hambre, tu frío. Se termina si estás muerto, si estás vivo no se termina.
Pasan meses de café, años de
café, hasta que un día el café te da por
desaparecido. En ese instante y
lejos de tu tierra, tu paisaje es un paisaje que se muere en el campo de
exterminio, en una mina de cal abandonada, en la fosa común, en el terreno baldío donde pululan los
chillidos, en pantanos infectados de cómplices y silencios, en madrigueras bajo la demolición de la
muerte, en la morgue de los acantilados donde los muertos se llaman N. N.
Poeta,
ese es tu café, el que en te hace fuerte cuando te están matando o
cuando todo se derrumba.
HACE TIEMPO QUE EL SEÑOR
OLIVERIO GIRONDO
SÓLO SE ALIMENTA DE FLORES
Hace
tiempo que el señor Oliverio Girondo sólo se alimenta de flores. Las prefiere
de colores diversos, menos las de color amarillo, color que le cae mal al
hígado.
El señor Girondo sólo bebe agua
energizada, la que el mismo prepara según su mágica costumbre:
Agua energizada, rito y consagración:
En una noche estrellada y sin luna, ofrecer al cielo una fuente con agua de
lluvia. Dejar caer en la fuente una piedra limpia y una herradura más limpia
todavía. Antes del alba y en el momento de guardar el agua, rezar la Plegaria de
la Energía :
Plegaria de la Energía
El agua que voy a guardar
y que tomaré de la mano de la sed,
antes de ser bebida, que primero tome la sed del
Universo.
Agua de uno hecha para la sed de todos,
agua gracias a las leyes naturales de la física,
de la química y de la Perfecta Simetría :
Leyes de la Perfecta Simetría
Nuestro Universo es posible porque es visible
y somos el reflejo de un espejo, es el otro Universo,
el que no es imposible y a la vez, invisible.
¿En cuál de los dos estaremos?
Por ahora sólo sabemos que a la luz de una molécula de
agua,
hay otra simétricamente igual escondida
en la negra sombra que está detrás del espejo.
Por la perfecta simetría todas las cosas del mundo
son reflejadas
infinitamente y lo infinito,
por las mismas Leyes de la Simetría Perfecta ,
es eterno.
Hace
tiempo que el señor Oliverio Girondo sólo vive de su eterno descanso, aunque
todo el tiempo no dejan de ofrecerle otras reencarnaciones y resurrecciones que
son rechazadas por el señor Girondo con la cortesía de un odontólogo. El
escritor Oliverio Girondo ya no está para redactar las esperanzas efímeras de
esa literatura fantástica que vienen a ser los horóscopos; superchería de
ocasión.
El anfitrión Oliverio Girondo tampoco
desea ejercer su profesión de amigo de
todos los escritores, tarea que le ha encargado a su esposa, a la hermana de su
esposa y a la esposa de su hermano, que él no quiere llamar cuñada sino Gloria. El filántropo Oliverio Girondo ha donado la
seriedad de sus títeres y tampoco quiere
enredos con marionetas y menos
aún, solventar funciones con el tema del Eterno Retorno. Para que otros
comprendan su metáfora, el ha mandado a confeccionar un espantapájaros de
dimensiones desconocidas en el campo y en la ciudad.
Hace tiempo que el señor Oliverio
Girondo sólo duerme en cátedras, academias, congresos y sociedades de
escritores. En esos ámbitos, propicios para manzanas, gusanos y mariposas, el
señor Girondo no sueña. Para soñar, el paciente Oliverio Girondo tiene el
teatro.
Ya está en el escenario, ya se han
prendido las luces seguidoras. Es Oliverio y también, es un marinero en “La Tempestad ”.
Pronto será un sirviente en “Los dos hidalgos de Verona”; paje en
“Las
alegres comadres de Windsor”; ciudadano en “Medida por medida”;
cortesano en “La comedia de los errores”; mensajero en “Muchos ruido y pocas nueces”;
carpintero en “Sueños de una noche de verano”; oficial de justicia en “El
mercader de Venecia”; pastor de ovejas en “Como gustéis”; huésped en
“La
fierecilla domada”; labriego y patán en “Los cuentos de invierno”;
Felipe el bastardo en “Rey Juan”; Lord Berkeley en “Ricardo
II”; Conde de Oxford en “Ricardo III”; Duque de Buckingham en
“Enrique
VIII”; Escalus, príncipe de Verona en “Romeo y Julieta”; será Angus en “Macbeth” y será Marco
Bruto en “Julio César”. Será Polonio para dar consejos y no Laertes que
los recibe en “Hamlet”. Después de muchos rostros, el paciente Girondo u Oliverio Homo Ludens, conseguirá protagonizar “Otelo” y será el Moro de
Venecia. Su señora, Norah Lange, esta muy asustada.
El señor Oliverio últimamente se está
alimentando sólo de las flores que hay en las obras de William Shakespeare, a quien llama
respetuosamente Willy. Después de cada función, sale a comer rosas, violetas,
prímulas, narcisos, caléndulas, lirios, etc. Al señor Oliverio Girondo todas
las flores de Shakespeare le vienen bien, inclusive las del abominable color
amarillo.
CUANDO CÉSAR VALLEJO
FUE
AMAUTA EN MACHU PICCHU
Machu Picchu año mil
quinientos cincuenta y tres.
Machu
Picchu despierto, solemne y habitado. La mañana es termal en las alturas, entre
la sinfónica neblina llega el chasqui con un verbo que viene desde
Cuzco.
Bajan por los escalones de la pulida
piedra del tambo, un curaca y su séquito; entran en un granero
dorado y preguntan por ornamentos.
Alguien ha llegado por el mar ¿Será el
señor de la profecía, el que camina por las aguas? Hasta la chacra llega
el verbo que pregunta ¿Será nuestro señor Viracocha?
Ahora la leyenda coincide con la
realidad; cocha es el agua, la de los ríos y la del mar. La vida sueña junto al
maíz detrás de las pirkas. Escondida entre las piedras, una iguana
ordena su tiempo y duerme.
Llamas y alpacas entregan señora lana
que será tejida para la Colla ,
compañera del Inca.
El secreto del chasqui llega hasta un
sabio que en sus vidas futuras será sacerdote y será poeta. Por otro lado suben
elegidas, educadas y vestidas con anacus hasta los tobillos, las
vírgenes del Sol.
En un cuarto suspendido en el espacio
y el silencio cuelga charqui, la carne salina de las llamas, que después
será charquicán abrazado a las verduras
nuevas, junto a las papas que tienen el sabor de las nubes y con el maíz que
tiene el sabor del sol.
Un nido de tambores anuncia la
presencia del Inca, a sus plantas se rinden el atleta cansado. Es el chasque
con su mensaje para el sabio, el amauta, quien ha de interpretar lo que
viene amarrado en el quipu.
Los nudos se van desatando, el Inca
escucha la verdad desplegada en palabras y colores: “Dioses blancos han llegado
por el mar” Algo distinto y desconocido corre por los recintos, incas orejones
repiten el mensaje con distintas entonaciones.
Los tambores se alejan, las palabras
también. Por unos instantes el cielo se ha oscurecido, un pájaro canta cerca
del agua; un puma ruge detrás de un árbol. Al chasqui lo restauran con una
porción de caliente cochayuyo. El mensajero se saca el penacho y se lo
presta al viento para que juegue con sus
plumas blancas; también descansa su pututu que ha silbado demasiado.
El amauta es solicitado desde
distintos ámbitos y sin decir nada, enseña el quipu y sigue. Quisiera sacar
conclusiones con alegría en su rostro, pero el espejo de su alma dice lo
contrario.
Al amauta lo respetan y lo convidan con charquicán, chicha de maíz y se
alejan.
Hacia el fondo de la quebrada,
medicina en cuarto cerrado, la preparación de un parto. Entre montañas de
nubarrones por fin aparece de nuevo el sol. Llora un recién nacido.
Salen rojas las cusmas que
habían entrado blancas. En un frío estanque, una madre baña a su hijo en su
primer día en el Imperio.
Una alfarera modela hijos de arcilla
que luego silbarán con el agua.
Por una senda que tiene música, camina
el haravicu y celebra los antepasados con el no-silencio; quipus no
amarran con los recuerdos a ningún soberano malo; para los malos el olvido.
Cerca de la energía del fuego, un
chamán pasa sus manos por el cuerpo de un enfermo para sacarle los hechizos de
su estómago que está lleno de miradas malas y de cascajos.
Entre yerbas perfumadas y con la magia
de dioses invisibles, otras manos construyen
terrazas para la vida y surcos para el riego. Artífices de las piedras avanzan con las
murallas de la ciudad sagrada y pura como el cielo.
La lluvia limpia las escalinatas, el
viento con un himno las eleva.
Los que cultivan la chacra sonríen
entre plantas de coca, ajíes y tomates. Enormes piedras deben ser partidas con
la ayuda del agua y de los truenos.
En lo alto de una pesada roca que fue
amiga de lo más fino del aire y de las águilas profundas, un mitayo toca
la quena para que otro cante: en el Imperio del Inca no hay ningún inca ladrón
y ningún inca desocupado.
Glosario del vocabulario quechua
empleado en este poema
Amauta (hamawt’a),
sabio anciano, consejero y formador de líderes en el Imperio de los Incas.
Chasqui (Chaskiq), el que recibe, receptor, mensajero.
Tambo (tampu), parador, paraje, resguardo.
Curac
o curaca, el primero o el mayor entre
los de su agrupación; jefe administrativo.
Chacra, granja y huerta.
Viracocha (Wiraqucha), uno de los más destacados dioses andinos cuyo nombre
proviene de la fusión de dos vocablos, wira (voz que designa a la grasa, figura
de la energía) y qucha (contenedor de
agua, elemento del ciclo vital).
Pirka, pared de piedras que contenía en la pendiente a los
terraplenes de los cultivos, o en el llano, separaba a las llamas y alpacas en
distintos rebaños.
Colla (kolla), hermana o señora. Para pactar alianzas de
paz con naciones sometidas, los Incas
tenían predilección por las princesas del Collasuyo, el mayor de los
territorios del Imperio que abarcaba desde el Sur del Cuzco hasta el río Maule
(Chile) y al Oriente, toda la meseta andina
del altiplano, incluyendo el lago Titicaca donde estaba su centro
neurálgico (Bolivia), hasta la provincia de Santiago del Estero (Argentina).
Anacus, plural de anacu, vestimenta femenina tejida de lana
de llama, alpaca o vicuña, falda.
Charqui
o charque, carne seca que se ha
conservado mediante la deshidratación natural más el agregado de sal que actúa
de manera antiséptica. De la cocción del charqui con verduras resulta el
charquicán, milenario plato de nuestra gastronomía latinoamericana.
Quipu (Khipu), nudo.
Utensilio formado por una cuerda gruesa de la que penden otras más
delgadas de distintos tamaños y colores y provistas de nudos, usado con fines
aritméticos y mnemotécnicos.
Cochayuyo (cocha: mar;
yuyo: hierba), nutritiva alga marina de alto valor proteico que aún mata el
hambre en las zonas costera de nuestros países andinos.
Pututo, instrumento de viento confeccionado con una caracola
que le servía al chasqui para anunciar a los cuatro vientos su llegada.
Haravicu, poeta, trovador y trasmisor de sentimientos líricos.
Cusmas, plural de cusma (cushma), paño o chal de lana que
servía de rebozo para las madres con el cual también formaban una mochila o
morral llamado quipe, para
llevar a sus hijos pequeños sobre la
espalda. Como paño, la cusma era usada en los partos.
Mitayo, trabajador por tiempo o por espacio, proveniente de
naciones sometidas, principalmente de la nación Aymara. Expertos en
construcciones pétreas y creadores
naturales de bellas melodías.
AMELIA BIAGIONI CANTA CONSAGRACIÓN,
PAMPA, ALJIBE Y PRIMAVERA
Amelia
Biagioni canta consagración, pampa,
aljibe y primavera. Canta
mangrullo, molino quieto en las alturas, estandarte, torre y escalera hacia el
ayer. Por favor, baja del coraje y suspende todo temor. Sólo para tu boca un ángel se hizo agua.
Mueve la roldada y el aljibe con la cadena canta
el balde y la llanura murmura cielo y zorzal.
Vuelve al tiempo hecho materia y sube
del árbol al perfume, donde está la montaña, el verano y el laurel que también
fue tu corona y condimento.Ya estás en la sombra del caldén o ñandubay, algo se
mueve entre las ramas, no es el amor. Ojos, sigilo, son las rallas del tigre.
Imprevisible, estás en pradera, espacio de flora, umbral de lluvia, camino
de fauna. No le temas al río, ya eres el
río.
Un oscuro pescador te espera con su caña. También te puede
apunta una cazadora que puede tener tu cara, tus ojos y tu alma. Un cochero te
ofrece una historia de repúblicas que se
hunden en el fango.
Suelta la risa, nunca será tarde para
encender faroles con un palo, decir la hora y
anunciar el tiempo. Por el empedrado hacia la plaza, repican los cascos y las ruedas, sedientas y
vacilantes, se bambolean buscando el final de una calle larga donde está el poema de la patria. En el carro
del lechero hay litros de sueño blanco. ¿De qué te puede hablar el baqueano
contigo? ¿De los atajos de los
cenáculos? ¿De las trampas de la fama?
¿Y el domador? ¿Del miedo
vencido? ¿De la mala suerte? ¿Del jinete con el corazón en la boca?
Vamos…que ni aparezca el guitarrero
que te quiera medir los versos escritos en un poncho tejido con la trama de la
vida, bandera en la canción, abrazo y cordillera. En cadahebra de lana hay un
suspiro para el frío, la soledad y la
esperanza. Las Amelias y las Magnolias decidieron quedarse, a pesar de las sequías,
de los infiernos, de las plagas, de las inundaciones, de los fraudes, las indiferencias y los límites alambrados de
ilusiones.
Querida, aquí está el aguatero con el
jugo del cielo para tu mirada pura y fresca. Aquí está el rastreador que ha
dado contigo cuando estabas perdida. Tenías razón, no era el Aqueronte, era el Río de la Plata. Nadie te va a
mostrar lo que ha quedado de la comarca, los galpones están llenos de
incertidumbres y los cuatreros ya no trafican ganado ajeno porque han
descendido a los sepulcros.Hagamos un alto en la vasija y entremos en la
pulpería: balanza, payador, cueros, porrones de ginebra y una guitarra que se
renueva con las más antiguas preguntas.
Ya lo sabes, oirás lo que nadie oye y volverás al
desconsuelo cantando bajito detrás del sueño largo de América del Sur. Con la
voz en la pluma no abandonarás la celebración del encuentro donde se maneja
sobre el fuego el agua que no debe hervir. Volverás a oír que unas manos juntan
el agua caliente con un todo de yerba mate y una callada amistad. Ya están ordenados tus libros en ambrosía y
manjar del cielo, poeta con vocación de crepúsculo para abarcar el mundo en un
solo silencio: el que permite cantar el verde perfume del pasto recién cortado
o el olor del volcán en la ceniza.
Porque imaginabas el Diluvio, en tu
nombre se ha puesto a llover para sigas esperando en las cacerías, en la llave, en el humo. Pasarán los años y tu
perfil será medalla, tendrás la luna en otras manos y tu pelo será jazmín.
Sos la que duele, la que calma, la que
sana; manzanilla, lavanda y menta. Menta tranquila y provinciana que ama y que
perfuma. Verde Amelia desconocida como Dios y como la muerte.
ENTRE ORACIONES Y CAMPANAS
NICOLÁS GUILLÉN VA
EN PROCESIÓN
.
.
Cansado
de la rumba, el moreno José que ya no canta, avanza como puede entre los
peregrinos y sigue empujando el humo dulce de su barco manisero. Se mueve la
cofradía de la fragua, el conventillo de los clavos y los hermanos de la
madera. Desfilan las floristas con sus baldes, las peluqueras de provincia con
sus tijeras y las capitalinas doncellas del jabón con delantal y con espuma. El
sepulturero se desplaza como uno más, sin la vanidad de los panteones que
conocen la pompa de los funerales, que saben del desamparo, del desconsuelo y
del olvido posterior.
Un caudal de profesores y maestros se
despliega con sus premisas, mapamundis, tiza, pizarrón y la gramática de la
historia al compás de un redoble de tambores.
Las solteronas mueven las piernas a su
merced, más el dictamen de sus medias impecables. Matronas y parteras del
perjurio entran en la ronda pregonando pecados y hablando de precios y no lejos
de ellas, con magia, oraciones, hierbas y remedios, van los secretos de las
curanderas.
Saludan a los vecinos los panaderos
del alba, los barrenderos de la mañana, los carniceros del mediodía, los
zapateros de la tarde y los cantineros de la noche. Se acrecienta el tumulto con herreros y vidrieros que saben
de puertas y ventanas en penitencia.
Deambulan
los comedidos de siempre, los vendedores ambulantes y los albañiles que
discuten las doctrinas y las canciones universales junto a los deudores de
los príncipes de la usura.
Calladas acuden las planchadoras con
cautela y las dueñas de la sacristía que visten santos, pero que no se juntan
con vagabundos, pordioseros de oficio y mendigos de profesión. También dicen
presente las silenciosas enfermeras que ejercen los primeros auxilios para el
alma. Circula la diligencia con los carteros y los poetas; ahí van los Martín,
los Roldán, los Guillén.
No pueden estar ausentes las damas de
la noche, las que tienen potestad para ser sinceras, aunque después engendren
hijos para el insulto. Y todavía faltan los inválidos, los mestizos casi
muertos que vienen encadenados desde los asilos, el regimiento de los mutilados
y el batallón de los desnutridos que portan un estandarte hechos con piel
humana.
Queda rezagada una muchedumbre de
impedidos que no les importa la vergüenza. Aún falta que pase la costurera que
se sacó el pan de la boca para poder hacer la bandera de la patria. Es la negra
María, la que ha vestido a la virgen y ha vestido a las novias y después a sus
hijos. Es la que sigue viuda, la que sigue pobre y sigue rezando el Padrenuestro con vieja su máquina de
coser. Si señoras y señores, es cubana, pero sigue rezando su Padrenuestro con su vieja máquina de
coser.
ALEJANDRA PIZARNIK
Y UNA VISIÓN DEL MUNDO DESDE UNA ALCANTARILLA
Alejandra
Pizarnik no tiene por qué pedir perdón por haber vivido en Alejandra Pizarnik.
Tampoco por lo que bebe la Condesa
sangrienta con sus tímidas y educadas manos asesinas o por el tercer
ojo o por ser una de las
mujeres sabias de Molière que no se ha quedado ciega.
Alejandra deambula por las tuberías del subsuelo y se
aprende los recodos de los desagües,
sabe cuales son las rejillas que
discriminan las urgencias y los asombros, cuales deben correr o cuales merecen
la quietud de las aguas servidas de la bohemia. Se alegra de los aguaceros que
limpian y purgan las mentiras y las ausencias en caños y cañerías que van a
desembocar en las consecuencias de los recuerdos que en la noche subterránea se
pliega a las canciones de los grillos y a las peleas de las sombras y a las
peleas de las sombras dibujadas como sombras chinas en turbulencia y
melancolía.
Una fauna de roedores toma posesión de
los perfumes del desprecio, de las carcajadas del odio y los castigos que
corren debajo de la ciudad, donde las hojas del Otoño y los borradores destruidos
se amontonan y se atragantan con la lluvia. El alma propia en carne ajena
navega hasta que se ahoga cada vez que la castigada ciudad se inunda de dolor.
El Más Allá del otro mundo está
disimuladamente cerca, va por debajo de calles y avenidas. Arriba, en los jardines que se han
trastornados con el viento, en los
solitarios bancos de una plaza que han perdido la razón, en los faroles del
silencio, la poesía es una amiga cotidiana. Hojas de diarios se han vuelto
gorriones que discuten y cantan y se multiplican con las palabras. De nada
sirve que los árboles escriban en otoño o que muestren sus raíces en
invierno; es inútil el placer en la
miseria.
El amor hace propaganda, se ríe del
engaño y de las equivocaciones de Cupido. Una
joven enferma se ha curado con el poder de varias obras de teatro que
juegan con el infinito. Ya no es una mendiga sanguinaria; ahora es noble y es
nueva. Es digna, majestuosa y solitaria y está vestida con el miedo del ser
humano. Es Tartufo y entra en las panaderías, compra y no paga. En el
mercado, cuando no interpreta a una de las Preciosas ridículas, elige las mejores frutas que su boca aprueba
o rechaza; sueño cumplido de todo misántropo.
Para
dormir entra en los conventos con la plena seguridad de ser virgen o de ser
santa. Como tantas otras, también puede ser Liseta, la doncella de Leonor en La Escuela de
los Maridos.
Para tener un alto almuerzo en un alto
restaurante, primero entra por teléfono, hace la reserva y luego, saborea los
mejores platos bajo el nombre de Georgette de La Escuela de
las Mujeres. Elige la mejor peluquería, los llama y les lleva su
cabellera. Dice ser Elisa, hija de Arpagón
y amante de Valerio de El Avaro.
Harta de andrajos y remiendos, avanza
en alguna casa de Alta Ternura y ordena las prendas que requiere su desamor y se las lleva
dejando una dirección falsa. Al fin y al cabo, es Madame Jourdain, la de El
burgués gentilhombre, título que pronuncia con la lengua de la Alta Costura : Le Bourgeois Gentilhomme.
Para desayunar va muy temprano a los
hospitales a interpretar a Toinette, la criada de Argan de El enfermo imaginario. El doctor que la atiende, como remedio le ha
inventado un ropaje blanco; la ha vestido de fantasma. La policía está a la
espera, ya ha preparado el pianito para las huellas digitales y las esposas. El
juez que ha ordenado su captura, tiene a mano el expediente y los códigos del
escándalo. Billetes que todavía no están maduros han pasado de una mano a otra.
Monedas de un vil metal brillan en los
ojos de quienes ejercen la prensa amarilla y están al acecho. Ahí viene Alejandra caminando por el medio de
la avenida. Los fotógrafos se esconden y dejan que avance un poco más. De
pronto se ha detenido, con una cuña de metal abre una tapa de hierro y se les
escapa; ya ha expiado su culpa de ser poeta. Ahora que no duerme ni pide
perdón, desde la alcantarilla, Alejandra Pizarnik
ya puede tener una visión del mundo.
PABLO NERUDA SE PONE A
COCINAR
Aquí
en el sur de nuestro voluptuoso continente, donde aprendió abrir los libros y
las ostras, Neruda prepara Curanto,
comida ancestral. Mapuches cavan en el negro suelo un pozo de trueno que
tapizan con piedras volcánicas ardientes para que reciban los frutos del mar y
de la tierra. Todo se cocina durante la noche hambrienta hasta que canta el
gallo, el sol se ríe y se destapa el oceánico
manjar que alcanzará para todos los poetas de Chile empezando por Pablo
de Rokha y terminando por los Parra.
Neruda hecho un cóndor, cruza una vez
más la cordillera. Llega a la pampa y vuelve a ser Neruda, en lugar de Caldillo de congrio, se propone una Carbonada. Entonces, la dibuja y sus
manos juegan a los dados con papas, zanahorias y zapallos. Corta los mosaicos
de carne vacuna y oligárquica. Su olfato
pide hierbas; sus ojos, la cebolla.
Un alambre lírico sostiene la olla sobre el ojo del fuego. El viento
pampero va y viene con las décimas de Fierro que pasan por una guitarra. El
poeta vuela. El gran pájaro vuela y
sigue. Al otro lado del río de la
Plata , quiere Chivitos
uruguayos y se encuentra en la ribera con sus comensales. Sabat Escarty ya
es un sueño de libros y canciones universitarias.
Pablo sube los ríos y sube por la
historia. En Asunción ha de comulgar Sopa
paraguaya bendecida, lo hará en el mismo plato cotidiano que Roa Bastos usó
para masticar “Yo el Supremo”.
El Chaco impenetrable lo camina, pasa
por sus vísceras, lo transporta y lo lanza a Santa Cruz de la Sierra , donde prueba el Majau de pato que por el arroz le evoca
una paella. La máquina de los días y las noches lo lleva hasta Oruro, su boca
recibe la Quínoa , alimento incaico. En Oruro participa de
una diablada y viaja a Iquique con sus máscaras y sus plumas. Se acuesta en la arena. En el puerto se sube a un barco
de carga donde consigue un camarote. Entre las cortinas de la niebla, aparece
en El Callao. Alguien canta a Chabuca y lo despierta. Se alimenta con Ají de gallina y hace el amor y vija.
Busca en las mesas de Guayaquil el Ceviche
postergado en Lima. Entra en estado de “Huasipungo”.
Se gana un viaje a Bogotá, allí donde
todos escriben. Una modesta familia colombiana lo reconoce y lo invita a su
casa. En la mesa sencilla le ofrecen Bandeja
Paisa y Arepas. El poeta delira.
Después llega a Panamá y sólo hay comida imperialista. Le cuesta conseguir Tamales. Entonces, huye. En Costa Rica
lo celebran con un Arroz a la Tico , donde el pollo está
perfumado con todas las hierbas del Paraíso.
En El Salvador un mago cocinero le enseña la magia de las Pupusas y los secretos del comal. En
Haití, estudia el Chictay y toma el
poder en una sartén con arenques, echadotes y chiles. Brinda con ron Barbancourt, lee “Bon
Dieu rit” de Edris Saint-Amand y se escapa del vudú.
Para sobremorir el poeta descansa otra vez como
marinero. Navega y avanza. Llega a Santo Domingo, cena y regala la apología de
ese puré de plátanos que es el Mangú.
En Managua, aprende la confección de Nacatamales
y después de varios almuerzos, llega a Honduras y devora enamorado las Montucas. Los granos pisados de los
elotes en su memoria son las Humitas. Escribe la Oda al achiote (que es casi la misma Oda a la chiltoma con algunas variantes
gramáticas y políticas).
En Guatemala lo espera Miguel Ángel
Asturias que le enseñará a cocinar Gallo
en chicha. Comen, beben, insultan y cantan. En México es homenajeado por
Alfonso Reyes con Guajolote en mole
poblano. Comienzan a brindar por amigos y enemigos comunes. A los postres
ya está hablando en francés y ha pensado en siete mujeres, en seis libros, en
dos o tres religiones y en un solo partido político. Como el fantasma de
Trotsky lo persigue, se enoja y se toma el avión. Por una invitación oficial de
los venezolanos, llega a Caracas para defender un Pabellón criollo y sus correspondientes Arepas. Paga las atenciones recibidas con eso que los franceses
llaman “pierrade”. Es decir, se pone
a cocinar sobre una piedra muy caliente los alimentos de un cántico: Poema Infinito. De una forma alarmante este
canto se parece a Piedra Infinita del
mendocino Jorge Enrique Ramponi.
En Brasil, luego de varios días de
ayuno, de baños de mar y de estrellas, le entrega su estómago a una Feijoada digna de Jorge Amado. En San
Salvador de Bahía de Todos los Santos los hechiceros lo limpian y lo
sanan. Viaja a La Habana y lo invitan con Moros y cristianos. Recibe un llamado
de José Martí y por fin, regresa al
cielo donde el único alimento es el maná.
VICENTE HUIDOBRO, EL QUE VA
EN UN BEEFSTEAK A LO POBRE.
Vicente
Huidobro el que va en un beefsteak a
lo pobre, plato vencedor de la muerte.
Detrás viene el caldo en la sopera y cucharón en mano el cocinero. Estamos en
la sacristía de tu cocina y somos parte de
los diezmos, de las tocatas, de
las fugas, de la amistad de servilletas con manteles y del trabajo de hornallas
y campanas con chimeneas.
Las especias son como jazmines en el
aire y como la rosa de los vientos, saludan con respiraciones de ollas y
vasijas de barro. Es América morena la que se alimenta del poeta visionario de
las luciérnagas del bosque, de las papas nocturnas y de los amanecidos frutos del mar que
servirán de aperitivo. Una pluma vicentina embebida en los vinos del
Huidobro canta el aria de la cebolla
dorada en manteca que acompañará al nido de papas fritas. En el plato refulge
la emoción del ajo y la sonrisa del perejil esparcido sobre el bife que mira a
través de los ojos perfectos de dos huevos fritos. Comensal de la inteligencia, nunca dejes de
ser una rara tristeza afilada por la chaira de la ironía.
¿Hay algo más vivo que un canasto para
salir a comprar nuestras letras curtidas con sal de lápidas y herrumbres de
amarguras? Tuya es la lengua que ya no
prueba ranas ni caracoles, sólo bifes a lo pobre. Tuyo, el negro paladar que
saborea epitafios y aforismos. Es tu Pueblo el que te almuerza.
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